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UC - Críticas

Países: Francia y Alemania.
Año: 2012.
Duración: 115 min.
Género: Drama fantástico.

Dirección y guion: Leos Carax.
Fotografía: Yves Cape y Caroline Champetier.
Montaje: Nelly Quettier.
Diseño de producción: Florian Sanson.
Vestuario: Anaïs Romand.
Distribuidora: Avalon.

Estreno en España: 16 Noviembre 2012.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 16 años.

Interpretación: Denis Lavant (Sr. Oscar / el banquero / la mendiga / Sr. Merde / el acordeonista / el especialista en motion capture / la víctima / el moribundo / el hombre de la casa), Édith Scob (Céline), Eva Mendes (Kay M.), Kylie Minogue (Eva / Jean), Élise Lhomeau (Léa / Élise), Jeanne Disson (Angèle), Michel Piccoli.


UN JUEGO DE MUÑECAS RUSAS

"Holy Motors" es una película inclasificable, perturbadora, fascinante, pedante, absurda, pretenciosa, surrealista y desconcertante (entre muchos otros adjetivos que le servirían). La película por allá donde pasa, crea polémica y se convierte en foco de discusión radical: ¿Obra Maestra o soberana tomadura de pelo? Sin duda, cuando algo mueve tantas emociones encontradas es porque algo contiene para hacerlo (es el principio del arte como lienzo de nuestras propias emociones). Aunque la película ofrece mucho en su aspecto visual y en su aspecto discursivo, también considero que es una obra imperfecta e irregular, que en un primer visionado puede llegar a ser incluso agotadora y que es de las que probablemente gane enteros en el recuerdo o en un segundo visionado. El film es un malévolo juego de muñecas rusas del que intentaremos destripar algunas claves después de explicar su sinopsis, así que si aún no la has visto te recomendamos que no leas más allá del siguiente párrafo para no destrozarte con spoilers algunos aspectos de la misma que tal vez prefieras descubrir por ti mismo, es más, posiblemente tus claves puedan ser diferentes a las que yo sugiero.



SINOPSIS: El señor Oscar es una persona que viaja de vida en vida: pasa de ser un gran ejecutivo a un asesino, después un mendigo, una criatura monstruosa, un padre de familia… El señor Oscar parece interpretar varios papeles, sumergiéndose completamente en cada uno de ellos, pero, ¿dónde están las cámaras? Está solo, únicamente acompañado por Céline, una señora mayor y rubia que conduce la limusina que le lleva a París y sus alrededores. Como un asesino concienzudo que va de sueldo en sueldo. En búsqueda de la belleza de un gesto. Del motor de la acción. Mujeres y fantasmas de su vida. Pero, ¿dónde está su casa, su familia, su paz?



Está claro que una película como esta puede tener miles de interpretaciones y se podría discutir horas sobre algunos aspectos, pero voy a comentar algunas de las sensaciones que me provocó a nivel personal. "Holy Motors" es un film sobre la identidad y más concretamente sobre la creación o carencia de la misma. Su reflexión abarca distintos aspectos de esa identidad: la identidad de los actores que de tanto interpretar a otros se han olvidado ya de quien realmente son; la identidad de una sociedad aborregada incapaz de pensar individualizadamente; la identidad de las personas de esa sociedad que vivimos constantemente simulando o imitando a otros por miedo a mostrarnos como somos o pensamos en realidad; la identidad del cine actual carente de personalidad propia y convertido en un producto de consumo rápido preparado para ser engullido sin importar su contenido alimenticio; etc. "Holy Motors" se convierte entonces en un juego de identidades donde Carax se convierte en el maestro de ceremonias. Y para ello, utiliza un estilo rompedor, sin concesiones, buscando el impacto de los primeros films de la "nouvelle vague" y que en su concepto de "road movie" urbana e introspectiva se emparentesca con la reciente y fallida "Cosmópolis" de Cronenberg.



A través de ese personaje camaleónico interpretado de forma histriónica pero adecuada por Denis Lavant, iremos asistiendo a cada uno de sus "trabajos" compartiendo su disfraz identitario. De ese modo, lo veremos convertirse: en un padre de familia que va a recoger a una fiesta a su hija adolescente con problemas de adaptación (y que le cuenta las experiencias vividas por la amiga como si fueran propias, nuevamente el juego de suplantación de identidad está presente); en un monstruo jorobado que destruye la belleza a mordiscos y rapta a una modelo, prototipo de esa belleza, para transformarla en una belleza oculta tras un burka lo que puede provocar ambiguas interpretaciones sobre la identidad religiosa, la belleza ("está en los ojos del que mira") y la creatividad (este extraño personaje llamado Sr. Mierda ya salía en el fragmento que Carax dirigió para el film episódico "Tokyo!"); en un moribundo cuya relación tío-sobrina esconde una relación incestuosa que se sincera en el lecho de muerte; en un asesino que recibe el encargo de matarse a sí mismo, o mejor dicho a alguien con su mismo rostro, en un momento delirante y poético (donde el tema identitario toma la relevancia más obvia); o en un actor con traje de captura de movimiento donde tiene una relación sexual con otro ser vestido igual (y que podía representar la falta de identidad en las relaciones humanas del presente, parapetadas en un vestido impenetrable, pero que también supone un juego sobre la falsedad emocional del cine actual que necesita echar mano de los efectos digitales para empatizar con su público). Tal vez estés leyendo esto y consideres que me equivoco y tienes otra interpretación completamente distinta, como digo, es un film para debatir a posteriori.

 

 

Toda la película también está salpicada de guiños y homenajes cinéfilos (imposible de reconocer la mayoría con un sólo visionado, así que seguro que se me escapan muchos), por ejemplo, al cine de corte clásico de Jacques Démy, con la secuencia musical donde aparece Kylie Minogue, posiblemente el episodio más redondo y bello, o en su parte final, cuando el personaje de la chófer interpretada por Edith Scob (que interpretó a su vez a hija del científico loco en "Los ojos sin rostro" de Georges Franju), se coloca una máscara (algo que tenía importancia en aquella película) como símbolo nuevamente de ocultamiento de su identidad. La película en su cierre tiene un plano genial (el de las limusinas entrando en las cocheras) y un par bastante ridículos (el del interior de las propias cocheras con los autos parlantes y el del interior de la casa donde va a descansar el personaje con una familia de monos). Y eso nos remite al principio, cerrando el círculo, cuando la película se inicia con ese inquietante plano de la platea de un cine lleno de espectadores inmóviles convertidos en zombies devoradores de películas que no necesitan ser pensadas, por eso Carax busca aquí sacudir nuestros cerebros y hacernos pensar, aunque con ello pueda provocarle más de un dolor de cabeza a alguno.




UC (Daniel Farriol).

TRAILER